‘Otra vuelta de tuerca’ de Henry James, en Netflix

Netflix anuncia una segunda temporada de La maldición de Hill House, que llevará por título La maldición de Bly Manor y adaptará la novela corta de Henry James Otra vuelta de tuerca.

The haunting of Hill House - Netflix

Una mansión aislada en la campiña inglesa, dos niños huérfanos retraídos y extraños, una institutriz joven e impresionable, un jefe (el tío de los niños) que la contrata con la única condición de que jamás le moleste con nada que les ocurra ni a los pequeños ni a la casa… Y, además, fantasmas.

Pocos relatos serían tan apropiados como la Otra vuelta de tuerca de Henry James para servir de inspiración a los creadores de La maldición de Hill House (The Haunting of Hill House) para una segunda temporada, con otra historia, otra familia y otra casa: la mansión Bly.

La maldición de Bly Manor llegará a Netflix en 2020 firmada por Mike Flanagan y Trevor Macy, que ya hicieron un trabajo magnífico con su reinterpretación de la Hill House de Shirley Jackson. Si no habéis visto la serie, hacedlo: es una maravilla, especialmente el técnicamente prodigioso capítulo sexto (Dos tormentas) y el desgarrador quinto episodio (La mujer del cuello torcido), una obra maestra.

‘Otra vuelta de tuerca’

Otra vuelta de tuerca no sólo reúne atractivos suficientes para inspirar a Flanagan y Macy (de hecho, ha sido llevada al cine, la televisión, el teatro y hasta la ópera en numerosas ocasiones y ha inspirado multitud de creaciones literarias y audiovisuales). La novella, publicada por Henry James en 1898 (en doce entregas aparecidas en la revista Collier’s Weekly), contiene además otro puñado de ingredientes que resultarán familiares a los lectores actuales y también seguro a sus coétaneos.

Henry JamesDesde los cuentos de miedo compartidos al calor de la chimenea en Navidad (Charles Dickens) a la joven institutriz contratada por un individuo atractivo pero elusivo para trabajar en una casa con presencias extrañas (la Jane Eyre de Charlotte Brontë, aunque la Bertha Mason recluida en el ático de Thornfield es bien corpórea), pasando por el clásico recurso del manuscrito encontrado.

Se podría decir que la novella de James está plagada de lugares comunes, pero nada en Otra vuelta de tuerca es común. James fue un maestro de la llamada novela psicológica y su maestría para llevar al límite a sus personajes y diseccionar (y arruinar) sus mentes también está presente en sus trabajos más cortos, como Daisy Miller o la obra que nos ocupa.

De entrada, James se oculta tras una serie de intermediarios para alejar de sí todo lo posible la responsabilidad de lo que el lector tiene entre las manos. Está el propio autor, por supuesto, que en el prólogo cede su voz a la de un narrador anónimo, un hombre de cierta posición social que comparte con otros amigos las fiestas navideñas en una casa al abrigo de cuya chimenea intercambian historias, como decíamos más arriba, de fantasmas o, cuanto menos, inquietantes (una costumbre británica, como bien sabemos por Dickens).

Uno de los compañeros de este narrador es un tal Douglas que, para incidir en el efecto que ha causado entre los asistentes la historia que otro de ellos ha contado sobre un fantasma que se aparece a un niño, recuerda otro relato en el que son dos los niños que contemplan los espectros (esa es la otra vuelta de tuerca del título).

No sin ciertas reticencias, pues Douglas conoció (y probablemente amó) a la institutriz de aquellos niños años después, accede a enviar a un criado a su casa para que recupere las páginas en las que la propia institutriz plasmó su peripecia.

Una vez llegan las páginas, Douglas comienza a leerlas a los asistentes y el lector llega así, tras pasar por varios intermediarios, a la voz de la institutriz. Una joven con poco equipaje vital que aceptará el extraño empleo por necesidad y porque se queda prendada de su empleador (ése cuya única indicación es que se encargue de los niños y la mansión y no le moleste para nada; de hecho, no volverá a verle).

'The Innocents' - Deborah Kerr
Deborah Kerr, en una de las adaptaciones de ‘Otra vuelta de tuerca’. Ésta se tituló ‘The Innocents’, estrenada en España como ‘Suspense’ (1961).

Ingenua, inexperta y con una férrea educación religiosa a sus espaldas, se pregunta nada más llegar a Bly si habrá un misterio de Udolfo (referencia a las novelas de Anne Radcliffe) o algún pariente confinado en alguna de las estancias (como Bertha Mason) y a lo largo de su relato veremos en su relación con los niños un probable exceso de celo y una preocupación rayana en la obsesión por protegerlos del aire siniestro y extraño de la casa y de lo que ella define como «corrupción».

Lecturas e interpretaciones de la obra

La naturaleza de esa corrupción es uno de los debates recurrentes entre los críticos. Posiblemente sea de cariz sexual, como la relación entre su predecesora en el cargo y otro sirviente, fallecidos en circunstancias sospechosas; quizás también tenga el sexo algo que ver con la expulsión del niño Miles del colegio, cuyo motivo tampoco se aclara.

La otra gran pregunta a la que estos mismos estudiosos llevan un siglo tratando de dar respuesta es: ¿qué pasa en realidad en Otra vuelta de tuerca?

The Turn of the Screw - Collier's WeeklyCuriosamente nadie se lo planteó cuando la novella se publicó por primera vez. Se tomó como lo que en apariencia era: la historia de una institutriz que va a trabajar a una casa donde hay fantasmas que ponen en peligro la vida de los niños a su cuidado.

Unos años después comenzaron las lecturas alternativas, con Oliver Elton o Edmund Wilson y, ya después de la I Guerra Mundial, cuando el mundo perdió casi toda la inocencia que le quedaba, la duda se alzó como un clamor: ¿era la institutriz una narradora fiable?

Aunque ha pasado más de un siglo desde su publicación y a pesar de que estudiosos como los adscritos al formalismo estadounidense (o New Criticism) se lanzaron a la búsqueda del significado como quien persigue el Santo Grial, seguimos sin tener ni idea de qué pasó de verdad en Bly. Puede que hubiera de verdad espectros y que los niños corriesen peligro. Puede que simplemente la institutriz creyese ver las apariciones y su nerviosismo fuese en realidad lo que causó las desgracias que acaecen en la novella. O puede que la verdad esté en algún punto intermedio.

El relato de la institutriz termina de forma abrupta, con un evento impactante (que no desvelaremos aquí). No sabemos qué ocurrió después. Ni la protagonista ni ninguno de los narradores-intermediarios se preocupa por contárnoslo ni por aclararnos qué acabamos de leer. James prefirió dejarle esa tarea al lector.

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