La novela gráfica ‘Maus’, prohibida en Rusia por la esvástica de su portada

El Día de la Victoria, que se celebra cada 9 de mayo, es una de las fiestas más importantes de Rusia y conmemora la victoria sobre los nazis en la Segunda Guerra Mundial. El gobierno ruso ha pensado que lo mejor para la celebración es suprimir todas las esvásticas del espacio público, aunque formen parte de obras de arte, literatura incluida. 

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Una de las afectadas es la novela gráfica Maus, de Art Spiegelman, que tiene el Holocausto como fondo temático y se centra en las vivencias de una familia judía durante el conflicto bélico. Se trata, además, de la primera obra de este tipo ganadora del Premio Pulitzer, galardón que recibió en 1992. Al parecer, el motivo esgrimido por las instituciones rusas es que es inaceptable cualquier simbología cercana al fascismo en las portadas de los libros, en palabras de Dmitri S. Peskov, portavoz del gobierno de Putin. Como vemos en la ilustración más abajo, la cubierta de los dos números de Maus usa el símbolo nazi como parte de su ilustración, aunque está más que claro que es una metáfora dado el espíritu antifascista de la obra, algo que desde el Kremlin no han podido o querido ver.

Así, el cómic ha desaparecido de las estanterías de las librerías y cadenas editoriales rusas, como forma de precaución ante posibles represalias de las autoridades. Según declaraciones de Art Spiegelman, las críticas a la portada y su obra no son nada nuevo, pero señala que quitar el cómic de las librerías “es una estupidez bien intencionada en muchos niveles”. Spiegelman destaca también su temor ante lo que él entiende como “[…] un presagio de la nueva arbitrariedad de las normas en Rusia […]”, normas destinadas, según el autor de Maus, a infundir temor a los que pretenden crear obras con unos mínimos de libertad. Por eso siente que lo ocurrido “[…] es una forma de instrumentalizar Maus para fines que no apruebo”. A continuación tenéis el audio de la entrevista, en inglés.

Parece que, de nuevo, nos encontramos ante otro gobierno asustado por la libertad de expresión en el arte (un problema tristemente recurrente), sin olvidar el paternalismo crónico que parece impregnar el ideario de muchos líderes. La necesidad de control es evidente pero, ¿será también el síntoma de un complejo latente?

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