Nunca me abandones (2005), de Kazuo Ishiguro, habla de, entre otras muchas cosas, sobre si es o no mejor saber el destino que nos aguarda, por muy horrible que sea. Si supone alguna diferencia que el camino hacia esa meta inevitable sea tortuoso o engañosamente edulcorado. Si merece la pena tener esperanza, aunque no haya ninguna razón para tenerla.

Por Susana C. Gómez La principal pega que se le puede poner a La fórmula Miralbes, la última novela de Braulio Ortiz Poole, es que se hace corta, y no por su breve extensión (supera por poco las 150 páginas, …

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