Para Emily Brontë su refugio, su hogar, eran los páramos de Yorkshire, al norte de Inglaterra, una tierra agreste, inhóspita, tan dura como la escritora, que nació en esas tierras hace ahora 200 años y que pasó en ellas buena parte de su vida, hasta que la tuberculosis se la llevó a los 30 años, dejando como legado sus poemas y una novela, ‘Cumbres borrascosas’.