Yolanda Regidor aborda la soledad y la vida salvaje en ‘La última cabaña’

Yolanda Regidor
Yolanda Regidor

Soledad, vida salvaje y segundas oportunidades. Son algunas de las claves de la nueva novela de Yolanda Regidor, La última cabaña, editada por Lumen y ya en las librerías.

La autora, ganadora del Premio Jaén de Novela con Ego y yo, firma un relato que demuestra que hasta las heridas más profundas son capaces de cicatrizar y que conocerse a uno mismo es la mejor estrategia de supervivencia.

La trama de ‘La última cabaña’

En La última cabaña, Yolanda Regidor se pone en la piel (y la mente) de un hombre que se instala en una cabaña en un bosque lejano. Rodeado de libros, naturaleza y alcohol, quiere desaparecer para silenciar la melancolía, la ira y la culpa que lo corroen. Sin embargo, cuando el Escolta (como lo apodan sus nuevos vecinos, antes incluso de conocerlo) va desgranando su propia historia en un diario cargado de reflexiones, comienza a unir los puntos de una vida señalada por la culpa, la falta de amor y la soledad.

A medida que va plasmando sus memorias vitales en ese diario y sus vecinos van encontrando huecos por los que colarse en las grietas de su hermetismo, descubre que con ternura y generosidad hasta las heridas más profundas son capaces de cicatrizar. La soledad se convierte así en castigo y redención al mismo tiempo. Llegar a la última cabaña supone un cambio crucial para él: cuando se había abandonado encontró un refugio en un viejo, un niño con discapacidad psíquica, un lobezno huérfano y una amable tendera.

En su origen, la huida del Escolta tiene que ver con la infancia, con la ausencia de cariño de su progenitora (“el amor de una madre, ese castillo inexpugnable para mí”, escribe en sus diarios), alcohólica y separada de un marido que la abandonó por otra, y con los desplantes de su hermano mayor.

En esos años formativos y decisivos que separan la infancia de la vida adulta (tan del interés de Yolanda Regidor) sufre la traición de su hermano, al que sorprende con la que considera su gran amor. Para ellos decide un castigo que acabará siendo también el suyo: tras este incidente, que acaba con la vida de su hermano y la chica, su madre lo destierra y lo repudia.

Como un Caín moderno (una relación filial, desde el punto de vista del más cruel, que han abordado autores como José Saramago, Herman Hesse o Manuel Vicent) con el que el lector es capaz de empatizar por tratarse de un hombre que en realidad ha sido maltratado por la vida, el Escolta comienza su vagar por el mundo sin un hogar al que volver, falto de estructuras de afecto y de cualquier sentido de pertenencia a nada o a nadie.

Huir del mundanal ruido

Eso de escapar del mundo no es algo nuevo en la literatura. Desde Walden, en el que Thoreau narraba su vida en los bosques durante dos años, hasta los más recientes Niadela (Beatriz Montañez), Los asquerosos (Santiago Lorenzo) o Un amor (Sara Mesa), la búsqueda de un nuevo comienzo alejado de la civilización parece ser algo inherente al propio ser humano.

En el caso de La última cabaña, la naturaleza no solo rodea al Escolta, sino que lo abriga y lo arropa. “Cuando una persona está mal, instintivamente tira al campo. Creo que el propio instinto de supervivencia nos lleva allí, donde nos sentimos más animales”, asegura Regidor, que añade: “Por eso el Escolta, necesita eso: irse lejos y conectar con su naturaleza y su instinto básico”.

Personajes con y sin nombre

El Escolta tiene dos vidas claramente diferenciadas, cuya frontera es su llegada a la cabaña. En la primera, lo rodean su madre y su hermano (infancia y adolescencia) y esos amores frustrados (el primero y el que mantiene con una mujer a la que el lector solo conoce como Yo). Ninguno de esos personajes, ni siquiera el protagonista, tiene nombre propio.

En la segunda, sabemos que el viejo vecino que le lleva un pastel de calabaza hecho por su esposa recibe el mote de Coche, que el lobezno huérfano del bosque que adopta se llama Böcklin, que el niño que no habla y está sucio pero viene a jugar con el lobo atiende al nombre de Marco y que la eficaz y tierna tendera a la que le hace todo tipo de encargos es Olivia.

Yolanda Regidor
Yolanda Regidor

Las claves de la obra de Yolanda Regidor

En la literatura de Regidor, que publicó su primera novela, La piel del camaleón, en 2012, hay siempre temas a los que vuelve una y otra vez: los ríos (que aparecen como el transcurrir del tiempo), el interés por lo que ocurre en esos años formativos que van de la adolescencia a la edad adulta (cuando un ser humano comienza a tomar decisiones importantes para las cuales quizá aún no esté plenamente capacitado) y la reflexión como hilo narrativo.

Precisamente el aislamiento y la soledad que impregnan La última cabaña permiten ampliar el alcance de los pensamientos, con el diario de un hombre que busca el modo de organizar sus vivencias para luego desaparecer.

Sobre la autora

Yolanda Regidor (Cáceres, 1970) es escritora. Se licenció en Derecho y obtuvo un máster en Psicosociología. Formadora ocupacional, antes de dedicarse a la literatura trabajaba como asesora jurídica y docente en programas de inserción sociolaboral.

Es autora de las novelas La piel del camaleón (2012), Ego y yo (Premio Jaén de Novela, 2014) y La espina del gato (2017), que recibieron una gran acogida por parte de los lectores y la crítica. Sus relatos han sido publicados en varias antologías y ha colaborado con artículos en revistas y varios medios impresos. La última cabaña (Lumen, 2022) es su novela más reciente.

Si os interesa adquirir este libro podéis hacerlo siguiendo los enlaces de compra que insertamos, con lo que nos ayudaríais a mantener este sitio.

Los libros y otros productos que enlazamos o recomendamos en Libros de Babel están a la venta en Bookshop, Amazon, Casa del Libro o Apple Books e incluyen un código de afiliado de esas tiendas. Si compráis libros o productos usando esos enlaces, Libros de Babel obtiene un pequeño porcentaje de las ventas que nos ayuda a mantener este proyecto. Gracias por vuestra ayuda.

Deja un comentario