Tres Tigres Tristes y Avenauta, o cómo una firma de papelería se convirtió en una editorial internacional
Avenauta es la nueva apuesta
de Guillermo Pérez Aguilar y Bárbara Centorbi Rojo, fundadores de la editorial infantil
Tres Tigres Tristes
que con este recién nacido sello publican obras ilustradas dirigidas a un público adulto.
Por Susana C. Gómez
Con frecuencia leemos o escuchamos que tal autor ha escrito la novela que le habría gustado leer o que tal director ha filmado la película que como espectador habría querido ver. Y en el ámbito empresarial, sabemos de profesionales que desarrollan ideas o productos para responder a necesidades propias. Hay en cierto modo algo de todo eso en el nacimiento de Avenauta, un sello creado por los fundadores de Tres Tigres Tristes, Guillermo Pérez Aguilar y Bárbara Centorbi Rojo, para publicar proyectos interesantes que tenían difícil encaje en una editorial dirigida al público infantil.
La historia de la recién nacida Avenauta, de la que os hablamos hace unos días, no se entiende sin Tres Tigres Tristes, y la de esta editorial no tiene tanto que ver con lo que contábamos más arriba como con el deseo de dar salida a una inquietud creativa y empresarial de sus responsables que comienza como una firma de papelería y acaba convirtiéndose en un sello de literatura infantil de referencia, tanto en España como en decenas de países en los que han vendido los derechos de títulos de su catálogo para su traducción y edición internacional.
Guillermo Pérez Aguilar y Bárbara Centorbi Rojo.
Pérez Aguilar y Centorbi Rojo, de profesión arquitecto y diseñadora gráfica, respectivamente (trabajos que les han permitido embarcarse en esta aventura en un mundo, el editorial, en el que resulta difícil obtener beneficios de inmediato), se lanzaron a emprender en plena crisis, “en un momento convulso”, explica Centorbi, simplemente porque les apetecía poner en marcha un proyecto juntos. Aunque no era una editorial lo que tenían en mente. “Teníamos una amiga ilustradora, Raquel Díaz Reguera”, cuenta Centorbi, con la que comenzaron a elaborar marcapáginas. “Lo que hacíamos era papelería, merchandising”, añade Pérez Aguilar. De ahí pasaron a las postales y a los Cuentos por correo, una iniciativa preciosa y original, que “las editoriales no querían” porque, admite Pérez Aguilar, era un formato complicado de vender a las editoriales, que no veían cómo comercializar un producto literario que no era un libro.
Ese fue el punto de inflexión, el momento en el que la empresa de papelería se convirtió en una editorial. Un salto no exento de riesgo, que requirió de una importante inversión inicial cuyo retorno tardó en llegar y un par de desengaños, como su primera visita a la Feria del Libro Infantil de Bolonia, a la que acudieron “con nuestros Cuentos por correo y una maqueta, un par de citas concertadas y poco más”, recuerda Pérez Aguilar. En Bolonia, adonde llegaron cargados de ilusión y convencidos de su éxito, recibieron un baño de realidad. Pero lejos de abandonar, decidieron sacar provecho de la principal enseñanza que obtuvieron de esa visita: sabían muy poco de ese mundo. Así que contrataron a alguien que subsanase esa carencia, Véronique Kirchhoff, su agente desde entonces en los mercados internacionales, con expositor en Bolonia y en la Feria de Fráncfort y posiblemente una de las mejores decisiones que han tomado desde que debutaron en este sector.
El balance de todo ello es, hasta ahora, positivo. El esfuerzo ha merecido la pena y todo “ha salido bien porque hemos ido haciendo lo que nos gustaba, sin prestar atención a las modas”, coinciden ambos. Ese método, el de apostar por proyectos que les interesaban y en los que han ido trabajando casi artesanalmente, es el que continúan aplicando en Tres Tigres Tristes y, claro, también ahora en Avenauta.
Apuestan por creadores locales y por aquellos que les gustan, y trabajan siempre “muy cerca del autor, del proyecto, porque nos gusta implicarnos”, dice Pérez Aguilar, que asegura que no suelen recurrir a los encargos, ni a ilustradores ni a escritores: “Animamos al ilustrador a que escriba también el texto, porque la ilustración y el texto deben compenetrarse y cada elemento debe contar, narrar, tanto como el otro”. Sólo en contadas ocasiones se recurre a un escritor.
Todos los títulos tanto de Tres Tigres Tristes como de Avenauta son “proyectos personales”, escogidos por Centorbi y Pérez Aguilar no porque encajen en una u otra línea temática o tendencia, sino por propia elección, porque creen en ellos. Para conservar ese espíritu y otorgar a cada trabajo la dedicación que merece, desde el principio decidieron contener la producción para evitar, por un lado, contribuir a la saturación del mercado (que afecta también a la literatura infantil, con decenas de nuevos títulos publicados cada día) y, por otro, “forzar la máquina, por mucho que sea el propio mercado el que a veces te lo exige”, precisa Pérez Aguilar para explicar por qué establecieron un ritmo de publicación de unos siete u ocho títulos al año, concentrados en los dos periodos centrales de la actividad editorial, la primavera (Día del Libro, ferias del libro…) y el otoño (la campaña de Navidad). Ese es el mismo ritmo que han implantado en Avenauta, con tres títulos ya en las librerías y otros cinco previstos para otoño.
La editorial ha publicado ya Presentes, escrito por Margarita del Mazo e ilustrado por Miguel Cerro; El Faro, de Raúl Nieto Guridi; y ¿Cómo ser una mujer elegante?, de Sol Díaz. En otoño llegarán Villa Diodati, de Ana Sender; El hombre bajo el farol, de Gustavo Roldán y Sonia Pulido; Penélope en el mar, de Gema Sirvent y Guridi; Calma, de Pablo Salvaje; y Black & Tan, de Miguel Calero y Neus Caamaño.
Pese a tantos puntos en común, empezando por sus responsables, Tres Tigres Tristes y Avenauta son dos sellos totalmente diferentes. El primero es infantil, y va a seguir siéndolo, y el segundo, adulto. “Amigos y autores con los que habíamos trabajado nos enviaban también proyectos que no eran de corte infantil”, apunta Centorbi, que añade que “no había una editorial claramente adulta” en la que se pudieran publicar esas obras ilustradas que iban conociendo y que les interesaban. Y se decidieron a crearla ellos, porque consideraban, según Pérez Aguilar, que “el álbum ilustrado tiene mucho potencial para un público adulto”.
Pero desde el primer momento trazaron una frontera bien definida entre ambos sellos. Ni siquiera comparten distribuidora, aunque saben que es posible que más de un librero, al encontrarse con libros ilustrados, los coloque directamente en la sección de infantil. Conscientes de la saturación que mencionábamos antes y de la avalancha de novedades con la que día sí y día también deben lidiar los libreros, entienden que sea complicado encontrar en los comercios títulos suyos que tienen apenas un par de años de antigüedad. Por suerte para los lectores interesados, las webs de ambas editoriales (Tres Tigres Tristes y Avenauta) ofrecen la posibilidad de adquirir todos los títulos de sus respectivos catálogos (y sin gastos de envío, que asumen los propios editores), que podréis encontrar también en la caseta que instalarán, por primera vez, en la próxima Feria del Libro de Sevilla, que servirá a un tiempo para poner a disposición de los lectores el amplio fondo de Tres Tigres Tristes y de escaparate para la debutante Avenauta.
Allí, además, podréis conocer de primera mano detalles de algunos de los libros que han editado, proyectos únicos y singulares que suelen tener puntos de partida no menos interesantes, ya sean sucesos reales (como Villa Diodati –Avenauta– y Las hadas de Cottingley –Tres Tigres Tristes–, firmados ambos por Ana Sender), una ilustración de la que después nace una historia (El día en que me convertí en pájaro, de Ingrid Chabbert y Raúl Guridi), la búsqueda de imágenes que propicien una inmersión sensorial (Calma, de Pablo Salvaje) o el deseo de contar la historia que precede a la historia conocida, en este caso del jazz (Black & Tan, de Miguel Calero y Neus Caamaño). Seguro que la visita merecerá la pena.
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