Sergio Ramírez no olvida su compromiso político en la ceremonia de entrega del Premio Cervantes

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El escritor nicaragüense Sergio Ramírez ha recibido el Premio Cervantes en la tradicional ceremonia que cada 23 de abril, Día del Libro, se celebra en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. En el acto, presidido por los Reyes, el autor ha tenido palabras para los fallecidos en las protestas sociales en su país y ha defendido que “no puede participar de la novela” un autor que sea “fiel a un credo oficial y a un pensamiento único”.

En un discurso, como avanzó, tejido en torno a Miguel de Cervantes y Rubén Darío, el creador de Margarita, está linda la mar ha definido a la novela como una “aventura diversa, contradictoria, cambiante. Una novela es una conspiración permanente contra las verdades absolutas”. “A través de los siglos la historia se ha escrito siempre en contra de alguien o a favor de alguien. La novela, en cambio, no toma partido, o si lo hace, arruina su cometido. El vasto campo de La Mancha es el reino de la libertad creadora“, ha asegurado Ramírez, cuyo discurso completo está disponible en la web del Ministerio de Cultura (pdf).

El escritor, que abandonó la actividad política años atrás pero no sus ideales, ha advertido contra los caudillos que aparecen “como magos de feria disfrazados de libertadores, que ofrecen remedio para todos los males” o los del narcotráfico “vestidos como reyes de baraja”. En su intervención ha habido espacio para el exilio de miles de centroamericanos hacia Estados Unidos por culpa de la “marginación y la miseria” y del “tren de la muerte” que atraviesa México, sembrado de fosas clandestinas.

Una realidad a la que un autor no puede dar la espalda: “Cerrar los ojos, apagar la luz, bajar la cortina, es traicionar el oficio. Todo irá a desembocar tarde o temprano en el relato, todo entrará sin remedio en las aguas de la novela. Y lo que calla o mal escribe la historia, lo dirá la imaginación, dueña y señora de la libertad”, ha dicho, y ha insistido en que “no hay nada que pueda y deba ser más libre que la escritura, en mengua de sí misma cuando paga tributos al poder el que, cuando no es democrático, sólo quiere fidelidades incondicionales”. En opinión de Ramírez, los novelistas “son más bien testigos de cargo y su oficio es levantar piedras; si debajo lo que hallamos son monstruos, no es nuestra culpa”.

Ramírez ha acudido en numerosos pasajes de su alocución a las páginas del Quijote, y hasta en una ocasión para adaptar una frase cervantina a su juventud como militante de la revolución sandinista. “En mis años juveniles ‘tuve otras cosas en qué ocuparme, dejé la pluma y las comedias’, como expresa nuestro padre Cervantes”, ha comentado con humor. “Y si un día me aparté de la literatura para entrar en la vorágine de una revolución que derrocó a una dictadura es porque seguía siendo el niño que se imagina de rodillas en el suelo de la venta presenciando la función de títeres del retablo de Maese Pedro, ansioso de coger un mandoble para ayudar a don Quijote a descabezar malvados", ha dicho.

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El otro referente de su intervención ha sido Rubén Darío, cuya escritura ha ligado con la de Cervantes: “Esa lengua de Darío nunca dejó de ser la lengua cervantina, otra vez, como en el Siglo de Oro, una lengua de novedades. Es esa lengua de ida y de vuelta la que hoy se reinventa de manera constante en el siglo XXI mientras se multiplica y se expande. Una lengua que no conoce el sosiego. Una lengua sin quietud porque está viva y reclama cada vez más espacios y no entiende de muros ni fronteras", ha apuntado el nicaragüense. Sobre Darío, ha considerado “curioso que una nación americana haya sido fundada por un poeta con las palabras, y no por un general a caballo con la espada al aire”.

Ramírez ha defendido su profesión, pues narrar es “un don que no brota sino de la necesidad de contar, esa necesidad apremiante sin la cual, quien se entrega a este oficio incomparable, no puede vivir en paz consigo mismo”.

El autor de Adiós muchachos ha recordado la “deuda imperecedera” con los escritores del boom latinoamericano como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar o Mario Vargas Llosa, “tan próximos” al escritor y que “tanto” le enseñaron, y ha tenido un recuerdo especial para su mujer, Tulita, a quien cree que le debe haber acabado en este oficio y que es “mejor novelista” que él, pues “ha inventado” su vida. También ha citado al periodista Juan Cruz o al director de la Real Academia Española, Darío Villanueva.

Al comienzo de su intervención Ramírez ha dedicado unas palabras a los nicaragüenses que han perdido la vida en las protestas contra la reforma de la seguridad social del gobierno de Nicaragua. “A la memoria de los nicaragüenses que han sido asesinados por salir a la calle a reclamar justicia y democracia”, ha declarado el autor justo antes de comenzar con la lectura de su discurso por la concesión del Cervantes.

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