El pago por página leída en Amazon
La noticia tiene un par de días, así que probablemente ya os habréis enterado: Amazon pagará a los autores por las páginas que se lean de sus obras. En principio es una buena noticia para los escritores, que verán así recompensado su trabajo (sobre todo los que enganchen durante más páginas a sus lectores), aunque la cosa tiene letra pequeña.
Qué autores se beneficiarán del pago por página leída
La medida, que comenzará a aplicarse el 1 de julio, afectará a los libros publicados en Amazon a través de la herramienta Kindle Direct Publishing (el sistema de autopublicación de la compañía), pero sólo a aquellas obras cuyos autores hayan autorizado que formen parte de KDP Select, que incluye los programas Kindle Unlimited (la tarifa plana que permite acceder por una cuota mensual a todos los libros inscritos en el programa) y la Biblioteca de Préstamos de Kindle.
Estos dos programas son adicionales a la publicación tradicional, por la que un autor pone su libro a la venta en Amazon para que los clientes lo compren, igual que hacen las editoriales. No es obligatorio adscribirse a ninguno de los dos programas. Sin embargo, si se hace, eso conlleva un contrato de exclusividad para la venta en plataformas digitales.
Los libros que sí estén en ellos reciben hasta ahora, además de los porcentajes correspondientes por cada ejemplar vendido, un porcentaje por cada préstamo. Esa cifra se paga de un fondo que Amazon destina al efecto cada mes (este mes, según explican en The Atlantic, son tres millones de dólares).
El nuevo sistema de pago
A partir de julio, los autores cuyas obras estén disponibles en Kindle Unlimited y el programa de préstamos no recibirán nada por cada préstamo válido, sino por cada página leída por primera vez (esto es un matiz importante) por los usuarios. Teniendo en cuenta la flexibilidad de formatos (tamaño de letra o fuente, por ejemplo) que permiten los lectores de libros electrónicos, ¿cómo se las va a apañar Amazon para determinar qué es una página? Con algo llamado Kindle Edition Normalized Page Count (KENPC v1.0), que establecerá cuántas páginas estandar contiene cada libro. Las páginas que no sean texto (imágenes, gráficos) también contarán como páginas leídas.
Lo que no queda claro, o al menos no lo hemos encontrado, es cuánto tiempo estimará necesario Amazon para considerar que una página se ha leído. Tal vez queden fuera de esas estadísticas los acostumbrados a pasar páginas a ritmo vertiginoso.
Preguntas
Aunque, grosso modo, el concepto si una obra se lee más, su autor percibirá más pueda sonar justo, este nuevo modelo de pago nos suscita algunas dudas.
Por ejemplo, lo fiable que es ese contador de páginas leídas. A más de uno se le habrá ocurrido ya cómo aumentar de forma artificial ese conteo (amigos, conocidos, otros autores con los que intercambiar favores) para ganar más (parece que ahora ya se hace con los préstamos).
O la peligrosa idea que transmite de que la cantidad es más importante que la calidad. Puede que un autor invierta menos tiempo en escribir una obra de mil páginas que otro escritor en terminar una de cien. Y puede también que esta última sea mejor que la otra, o que guste más a los lectores. ¿Es justo que el primero perciba diez veces más por cada usuario que termine su libro?
Y un último tema más. Si este modelo triunfa y se extiende por el resto de mercados de libros electrónicos (y quién sabe si, además, físicos), ¿cómo afectará a la literatura? Tiene sentido pensar que, si es más rentable elaborar libros largos que enganchen al lector página tras página, habrá unos cuantos autores que adaptarán su estilo a lo que el mercado demande. Es difícil predecir el daño que puede hacer eso a medio y largo plazo.
Writers have always had to follow the whims of the market. Amazon’s move is exciting in many ways, especially for those who can deliver the page-turners that the new formula honors. But it will also push aside some writing styles that don’t fit into this modern, ultra-metered system. It’s easy for writers to feel powerless as the one dominant company shifts gears on short notice—and, ultimately, it seems like they are.
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