Dislexia y libro digital

Quienes defienden el libro físico, en papel, frente al digital basándose en sus cualidades sensoriales (su tacto, su olor) se olvidan de aquellos para los que, precisamente por motivos sensoriales, enfrentarse a un libro impreso puede suponer todo un reto. El libro digital permite, por ejemplo, a quienes tienen problemas de visión ampliar el tamaño de la letra, y también escuchar con una aplicación de lectura automática lo que aparece en pantalla si dichas dificultades son más graves.

Además, puede ayudar a quienes padecen dislexia. 

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Así lo explica Bernat Ruiz Domènech, que en este artículo habla de la dislexia y de cómo pueden ayudar a los que la sufren herramientas como la fuente Open Dyslexic, que muchos fabricantes han incluido en sus dispositivos de lectura (y se puede instalar de forma gratuita en muchos más, como detallan en la web sus responsables).  

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“Para un disléxico un libro de papel impreso en una bonita tipografía
Georgia puede ser un tedioso reto. Ya podemos cantarle las excelencias
de la magia del tacto del papel, lo subyugante del aroma de la tinta y
parecidas fruslerías. Que sí, que la tradición es centenaria pero eso, a
él, no le facilita la lectura. El libro digital puede facilitar la vida
a muchas personas
con deficiencias visuales y de comprensión lectora.
Podemos ampliar el texto hasta límites que a los que vemos con
normalidad nos parecen absurdos. Podemos usar tipografías que a los que
comprendemos normalmente los textos nos pueden parecer extravagantes.
Podemos disfrutar de software de lectura automática si nada de lo
anterior funciona”.

Si tenéis dislexia o conocéis a alguien que la tenga, podéis echarle un vistazo a Open Dyslexic. Puede que os haga la vida un poco más fácil.

De paso, leed también el texto de Ruiz Domènech, que es bastante duro con los defensores a ultranza de los libros impresos.

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